martes, 4 de agosto de 2009

Receta #5: Café "Château", aprende a construir un castillo de esperanzas para un futuro mejor desde hoy.

Café "Château"

Receta rinde para 4 personas aproximadamente. (En taza mediana)

Ingredientes :

4 café colado (normal como café negro)
4 cucharadas de licor de cerezas (kirsh / cherry liqueur) (Puede variar la medida según gusto particular)
4 cucharaditas de crema Chantilly (Whipped Cream / crema batida)
Chocolate rallado o en polvo no azucarado

Opcional: Leche a gusto particular.

¿Cómo es este invento?
  • Preparar un café fuerte o cargado.
  • Poner el licor en las tazas y verter el café muy caliente.

  • Verter por encima de cada taza una cucharadita de crema batida.

  • Recubrir con chocolate rallado sobre la crema batida.

  • Añadir un tema interesante de conversación que pueda mojar bien en su café...

  • Hundir las penas y el pasado en el café y sacar a flote una gran sonrisa y la esperanza de que el siguiente minuto tu vida será mejor porque así lo has decidido, porque trabajarás para ello y porque cuentas con todo el apoyo y el amor de Dios y de la gente que te quiere.

Te sugerimos para eso:


SANACIÓN DE LA AUTOIMAGEN Y DE LA AUTOESTIMA
AUTOR: GUSTAVO E. JAMUT

El Padre Gustavo Jamut ha tenido la hermosísima idea de tomar los milagros de Jesús y aplicarlos a las diversas personas del día de hoy: con sus angustias, preocupaciones, ansiedades y limitaciones.
Por medio de la meditación del relato bíblico de la curación de los enfermos de lepra, podremos descubrir que, en algún área de nuestras vidas, especialmente en la que se refiere a la autoestima y la autoimagen, nosotros también somos como aquel leproso que le gritaba a Jesús “¡Si quieres, puedes curarme!”. ¿Por qué? Porque, debido a las heridas de nuestra vida, quizá tenemos un nivel de autoestima inferior a lo saludable o alejada de la realidad, por lo que necesitamos curación, a fin de que se desarrolle, arraigue y madure el amor por nosotros mismos y por nuestro prójimo.



40 ORACIONES PARA SANAR LAS HERIDAS DE ALMA Y DE CUERPO
AUTOR: GUSTAVO E. JAMUT

Hoy día, la gente está necesitada de sanación, especialmente interior, por eso hay tantos enfermos físicamente. El Padre Gustavo Jamut, en este libro, ha seleccionado y recopilado 40 oraciones que utilizó en jornadas de evangelización y en retiros, y que ha podido constatar, por medio de tantos testimonios que le han hecho llegar y él mismo ha presenciado, que son instrumentos de sanación para innumerables personas.
Cara oración está precedida por una cita bíblica para meditar y una breve reflexión, con el objeto de favorecer la comprensión de por qué se ora y, así, sacar mayor fruto de la oración. Sin duda, estas oraciones ayudarán a que muchas personas aprendan a orar, abriéndose al obrar de Dios y obtener bendiciones para su vida personal, la vida de sus familias y de la comunidad.




Para hablar de la Sanación interior:
Para ello te recomendamos la siguiente página web: http://www.ecatolico.com/index.htm

De ahí tomamos esta Oración por la Sanación Interior


Por sanación interior


Padre de bondad, Padre de amor,
te bendigo, te alabo y te doy gracias
porque por amor nos diste a Jesús.

Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu
comprendemos que Jesús es la luz,
la verdad y el buen pastor,
que ha venido para que tengamos vida
y la tengamos en abundancia.

Hoy, Padre, me quiero presentar
delante de ti, como tu hijo.
Tú me conoces por mi nombre.
Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida.

Tú conoces mi corazón
y conoces las heridas de mi historia.
Tú conoces todo lo que he querido hacer
y no he hecho.

Conoces también lo que hice
o me hicieron lastimándome.
Tú conoces mis limitaciones,
errores y mi pecado.

Conoces los traumas
y complejos de mi vida.
Hoy, Padre,
te pido que por el amor
que le tienes a tu hijo Jesucristo,
derrames tu Santo Espíritu sobre mí,
Para que el calor de su amor sanador,
penetre en lo más íntimo de mi corazón.

Tú que sanas los corazones destrozados
y vendas las heridas,
sáname aquí y ahora de mi alma,
mi mente, mi memoria y todo mi interior.
Entra en mí, Señor Jesús,
como entraste en aquella casa
donde estaban tus discípulos
llenos de miedo.

Tú te apareciste en medio de ellos
y les dijiste:
“Paz a vosotros”.
Entra en mi corazón y dame tu paz.
Lléname de amor.
Sabemos que el amor echa fuera el temor.

Pasa por mi vida y sana mi corazón.
Sabemos, Señor Jesús,
que tú lo haces siempre que te lo pedimos,
y te lo estoy pidiendo con María, mi Madre,
la que estaba en las bodas de Caná
cuando no había vino
y tú respondiste a su deseo,
transformando el agua en vino.

Cambia mi corazón
y dame un corazón generoso,
un corazón afable,
un corazón bondadoso,
dame un corazón nuevo.

Haz brotar en mi
los frutos de tu presencia.
Dame el fruto de tu Espíritu
que es amor, paz, alegría.

Haz que venga sobre mí
el Espíritu de las bienaventuranzas,
para que pueda saborear
y buscar a Dios cada día
viviendo sin complejos ni traumas
junto a los demás,
junto a mi familia,
junto a mis hermanos.


Te doy gracias, Padre,
por lo que estás haciendo hoy en mi vida.
Te doy gracias de todo corazón
porque tú me sanas,
porque tú me liberas,
porque tu rompes las cadenas
y me das la libertad.

Gracias, Señor Jesús,
porque soy templo de tu Espíritu
y este templo no se puede destruir
porque es la casa de Dios.
Te doy gracias, Espíritu Santo,
por la fe.

Gracias por el amor que has puesto en mi corazón.
¡Qué grande eres, Señor Dios
Trino y Uno!

Bendito y alabado seas, Señor

Por el Padre Emiliano Tardif.




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Oración por los Sacerdotes

Dios Todopoderoso y Eterno,
mira con amor el rostro de tu hijo y por amor a Él,
que es el Sumo y Eterno Sacerdote,
ten misericordia de tus sacerdotes.

Acuérdate, oh compasivo Señor, que ellos son sino frágiles y débiles seres humanos.

Remueve en ellos el don de la vocación
que de modo admirable se consolidó por la imposición de las manos de tus obispos.

Manténlos siempre cerca de ti. No permites que el enemigo les venza, para que nunca se hagan participes de la más mínima falta contra el honor de tan sublime vocación.

Señor Jesús, te pido por tus fieles y fervorosos sacerdotes así como por los sacerdotes infieles y tibios; por los sacerdotes que trabajan en su propia tierra o los que te sirven lejos, en lugares o misiones distantes; por tus sacerdotes tentados, por los que sienten la soledad, el tedio o el cansancio; por los sacerdotes jóvenes o por los que estén a punto de morir, así como por las almas de sacerdotes en el purgatorio.

Pero sobretodo, te encomiendo los sacerdotes que más aprecio: el sacerdote que me bautizó o me ha absuelto de mis pecados; los sacerdotes a cuyas misas he asistido y me han dado tu cuerpo y sangre en la comunión.; los sacerdotes que me han aconsejado, me han consolado o animado y aquellos a quienes de alguna forma les estoy más en deuda.

Oh Jesús, manténlos a todos cerca de tu corazón y bendícelos abundantemente en el tiempo y en la eternidad.

Amén.