lunes, 26 de octubre de 2009

Receta #14: En tiempos de tormenta... espíritu y café tropical.


Batido Helado Tropical

Esta receta es de las excelentes para los que se inician en la cocina. 1-2-3.

¿Qué necesitamos?

2 tazas de café colado negro frío
1 taza de jugo de piña
1 1/2 cucharadas de azúcar
2 bolitas de helado de chocolate
Voluntad para echar una mano a algún necesitado.
Rodaja de Piña para adornar
¿Cómo lo hacemos?

Antes de hacerlo verifica en tu directorio telefónico los lugares o instituciones que hacen labor social como la Cruz Roja, la Defensa Civil, Instituciones Religiosas, Casa Cuna o cualquier otra institución que conozcas. Llama para ver si necesitan algún tipo de servicio voluntario o si está a tu alcance, donaciones no solamente de dinero sino de compromiso y tiempo. A veces las instituciones cuentan con el dinero pero no con manos para trabajar. Si eres periodista ofrece escribir un artículo gratuito, o hacer un reportaje. Dá de lo tuyo, eso es lo que necesita nuestro mundo. Nos necesita. Anímate. Luego de ofrecer tu ayuda y encontrar quien acoja tus servicios.
Remunérate espiritualmente sintiéndote bien y gastronómicamente con este Café Tropical.

Mezcla todos los ingredientes con batidora
y cuando esté bien cremoso (1minuto) cremoso
sírvelo inmediatamente en vasos de cristal.
Adorna con un pedazo de rodaja de piña y el orgullo que se siente ayudar al prójimo.

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Oración por los Sacerdotes

Dios Todopoderoso y Eterno,
mira con amor el rostro de tu hijo y por amor a Él,
que es el Sumo y Eterno Sacerdote,
ten misericordia de tus sacerdotes.

Acuérdate, oh compasivo Señor, que ellos son sino frágiles y débiles seres humanos.

Remueve en ellos el don de la vocación
que de modo admirable se consolidó por la imposición de las manos de tus obispos.

Manténlos siempre cerca de ti. No permites que el enemigo les venza, para que nunca se hagan participes de la más mínima falta contra el honor de tan sublime vocación.

Señor Jesús, te pido por tus fieles y fervorosos sacerdotes así como por los sacerdotes infieles y tibios; por los sacerdotes que trabajan en su propia tierra o los que te sirven lejos, en lugares o misiones distantes; por tus sacerdotes tentados, por los que sienten la soledad, el tedio o el cansancio; por los sacerdotes jóvenes o por los que estén a punto de morir, así como por las almas de sacerdotes en el purgatorio.

Pero sobretodo, te encomiendo los sacerdotes que más aprecio: el sacerdote que me bautizó o me ha absuelto de mis pecados; los sacerdotes a cuyas misas he asistido y me han dado tu cuerpo y sangre en la comunión.; los sacerdotes que me han aconsejado, me han consolado o animado y aquellos a quienes de alguna forma les estoy más en deuda.

Oh Jesús, manténlos a todos cerca de tu corazón y bendícelos abundantemente en el tiempo y en la eternidad.

Amén.